divendres, 18 de març del 2011

Hoy también va por ti

El encuentro fue en el mismo lugar y a las mismas altas horas de la madrugada de Sant Patricio que siempre. Había costumbres que eran irrompibles.

Inocencia llegó primero, porqué Sueño siempre llegaba tarde. Entró y aspiró profundamente el olor de la taberna, mezclado con el frío que entraba por la puerta abierta. Estaba en casa. Se sentó en su mesa, en un rincón estratégico desde donde podían observar todo y pedir sin moverse. Esperó y, mientras esperaba, jugueteó tranquilamente con un par de perros enormes –mestizos, como ella- que la acompañaban últimamente a todas partes. Otro par dormitaban tranquilamente cerca de la chimenea. Allí no había de que preocuparse.

Sueño llegó, serio y frío como siempre, y fue al encuentro de Inocencia, que no podía disimular la sonrisa enorme que tenia en la cara. Sueño tampoco. Estallaron en carcajadas y Delirio hizo acto de presencia. Inocencia le contó a Sueño todas las noches que, sin él, había vagado por las calles tratando de encontrar la verdad. Cosa que nunca consiguió, pero Sueño sabía que eso no la desanimaba.

Inocencia era persistente.

Él le explicó que seguía intentando cazar colores con las manos y, a pesar del tiempo invertido, a veces se le escapaban. Inocencia lo vio orgulloso y sabio, como lo recordaba, y Felicidad la desbordó.

Rieron. Bebieron. Jugaron.

Fueron pocas horas. Con el amanecer, ambos se levantaron y se fueron, tras despedirse fundidos en un fuerte abrazo. Inocencia no lloró. Sueño nunca lloraba. Tiempo tampoco los perdonaba a ellos, sin embargo el momento fue eterno.

- necesitaban mucho más, pero eran sencillos y se conformaban con poco-

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